domingo, 22 de febrero de 2009

Infielmente apasionados


Infielmente apasionados

Después de muchas charlas, risas, cuentos y trabajo compartido, pudieron encontrarse
en aquel café.

Buenos Aires, ciudad de luces y sombras, los vió planeando
el momento para hacer el amor, sólo como dos seres apasionados podrían
hacerlo.
Impedimentos, ninguno…
La libreta de matrimonio de la pareja no sería problema, el fuego en su hoguera
ardía la llama eterna y ellos se encontrarían en la casa de Isabel.

Mauricio acude a la cita, en ese momento estaba Juan, el marido de Isabel,
pero ellos tenían trabajos pendientes que terminar.

Juan se retira, y los deja trabajar. Justo la oportunidad aparecía ante sus ojos.
No podían desaprovechar el deseo que los consumía desde hacía tiempo ya.

Se escucha el sonido del motor, saliendo de la cochera.
La señal para iniciar los juegos de pasión en la cocina de la casa.

Mauricio gozaba la relacíón prohibida con la mujer de Juan, ella
se desvestía lentamente, frente a sus ojos claros, que se abrían aún más
frente a su Diosa pagana, que le ofrecía su sexo de par en par,
invitándolo a participar de su lujuria.

No se amedrenta frente a las armas de Juan el cazador de grandes presas.
Isabel, lo lleva hasta su dormitorio.

Su amante comienza a besarla, a tocarla como jamás sintió.

Los gemidos de Isabel, sus risas, sus llantos, eran música excitante
en la mente del amante.

El continuó amándola … la mujer de otro,
la mujer prohibida, la mujer del cazador ahora era su presa.

Lo que Mauricio desconocía, que ella lo había cazado, atrapando
su corazón, siendo parte de su vida..

Ella no hace otra cosa que gozar del acto de amor, disfrutando más aún
de su infidelidad divina, junto a su compañero cómplice de esta
aventura sexual.

Su pasión desbordaba.
Ante los ojos incautos, parecía
una película erótica, de esas que te ponen la piel de gallina
y tus deseos calientes.

Galán maduro con Diosa de fuego, sería el título para esta historia de
amantes furtivos, escondidos tras la etiqueta inquieta de compañeros
de oficina.

Era el momento de vivir su pasión de sexo, sin temores ni tabúes….Puro
placer compartido de amantes clandestinos.

Llega Juan en el momento del trabajo.
Claro, la pasión supo ejecutar sus momentos con precisión
Suiza. A la llegada de Juan los amantes
recuperaban sus roles de compañeros de trabajo
Mauricio e Isabel, culminaban su mejor obra
entre cómplices sonrisas
que sólo encerraban su secreto de satisfacerse
en cuerpos de hombre y mujer, como corresponde a la naturaleza
humana.

Fuego de fuegos…

El caballero se retira no sin antes conocer de los labios de Isabel
las siguientes palabras que suenan como ecos constantes
de aquel instante divino:

Te necesito,
Te necesito en mi sexo
Te necesito en mi cama
Te necesito en mi vida…

Iluminas mi sendero
Con tus colores de vida….

1 comentario:

  1. Muy apasionadas tus letras... Un placer leerte y conocer tu espacio.

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